“No se suelen tener en cuenta los efectos negativos de la mala divulgación”
Entrevista con PERE ESTUPINYÀ
Escritor y divulgador científico
Pere Estupiyà es bioquímico. Abandonó su doctorado en genética para dedicarse a la difusión del conocimiento científico. Ha publicado dos libros de divulgación y, en breve, lo veremos en la televisión. Será uno de los participantes del encuentro “100xCIENCIA” y valora mucho una acción donde los centros de excelencia Severo Ochoa puedan reunirse con divulgadores y periodistas científicos.
- ¿Por qué decidió ser divulgador científico?
“Me gustaba mucho la ciencia y era un gran consumidor de divulgación científica. En concreto, era fan del programa Redes de TVE. Pensé que la divulgación científica sería una profesión muy estimulante… hice algunas cosas amateur, me gustó, y luego intenté dar el salto profesional”.
- ¿Cómo valora la divulgación científica que se hace en España?, ¿estamos en un buen momento?
“Yo creo que sí. Hay muchísimas plataformas, una especie de boom. Tanto que no sé hasta qué punto refleja la necesidad real de tantos actores. A veces pienso que hay más cantidad que calidad y que deberíamos empezar a potenciar la profesionalización. Faltan evaluaciones de impacto. Una cosa que no se suele tener en cuenta son los efectos negativos de la mala divulgación”.
- Próximamente podremos verlo en un programa de televisión, ¿qué nos puede adelantar del mismo?
“Me cuesta horrores hablar de libros, programas o proyectos antes de que estén hechos. Puedo adelantar que se titulará El ladrón de cerebros, se emitirá en TVE, que estamos ‘megailusionadísimos’ y que tendrá muchos exteriores y espacios diferentes”.
- Uno de sus últimos trabajos fue el libro S=EX2. La ciencia del sexo. ¿Al público le interesó el sexo desde la perspectiva científica? ¿Fue un encargo editorial o surgió de su propio interés?
“Fue un proyecto que surgió de mi propio interés. Es un tema fascinante. Al público le interesó mucho, pero menos de lo que imaginábamos. Para mi el estudio académico del sexo es de lo más multidisciplinar que me he encontrado y da un juego enorme a hablar de ciencia desde una perspectiva atractiva para la gente”.
- Fruto de alguna entrevista sobre este libro surgió el titular “El sexo no es tan importante” ¿No lo es?
“Lo dije en el sentido que, a veces, le damos más trascendencia de la que merece. En parte es por su lado tabú, vergüenzas, miedos... cuando se trata de una manera más natural, y como algo positivo, te das cuenta que a veces ‘no es para tanto’”.
- Otra de sus obras de divulgación fue El ladrón de cerebros. ¿Cómo es nuestro cerebro? ¿Qué es lo que más le sorprendió en este sentido?
“Me sorprende que con lo complejo que es, funcione tan bien. Me incita a pensar que en realidad los principios de su funcionamiento son mucho más simples de lo que nos parece. Sobre cómo es, justo el otro día conversaba con Rafa Yuste, ideólogo del proyecto BRAIN, y te das cuenta de que sabemos algunas cositas de las sinapsis, algunas otras de áreas involucradas en funciones... pero toda la red neuronal, que es donde realmente se codifica la información, somos todavía incapaces de verla. Empieza a haber mapas, pero todavía estáticos; como si se viera el mapa de las calles de una ciudad sin distinguir el tráfico que fluye por ellas. Esta será la base del BRAIN y, como siempre en ciencia, cuando la tecnología nos permite ver cosas nuevas, aparecen las sorpresas”.
"El estudio académico del sexo es de lo más multidisciplinar que me he encontrado”
- Como científico español que ha vivido también en otros entornos como el de Estados Unidos, ¿qué tenemos que aprender de ellos?
“La apuesta convencida por la ciencia como motor económico y social. En el ámbito académico ya lo tenemos, pero en España le cuesta trascender de ahí. Ellos tienen una clara apuesta por la excelencia y por la transferencia de conocimiento hacia aplicaciones. Nos falta generar mucho más valor social y económico con la ciencia, no solo académico”.
- Muchos aseguran que hemos vivido en uno de los momentos de mayor fuga de cerebros de España, ¿qué opina al respecto?
“A mí me preocupa más si entran buenos cerebros o no al país. Sean de donde sean, pero sí ha habido algo paradójico en la inversión que España ha hecho en sus talentos, hasta financiando sus estancias en centros extranjeros, para luego perderlos. Es ridículo. A mi ex-pareja España le pagó todo, incluso su estancia en Estados Unidos para que al llegar a ser productiva la 'pesque' Alemania. Es absurdo”.
- ¿Cómo valora el foro “100XCIENCIA”?
“El programa me encanta y tengo muchas ganas de intercambiar opiniones con los ponentes. Creo puede ser muy útil y me apetece muchísimo participar”.
- Como divulgador, ¿qué propone a las personas que se inician en este sector? ¿alguna clave?
“Que identifiquen y exploten su mejor virtud. Si son muy buenos en algo, que lo hagan el centro de su estrategia. Empieza a haber un numero grande de divulgadores y hacerse un espacio desde cero no es nada fácil en estos momentos”.
- Este año caduca la primera edición del sello de excelencia Severo Ochoa, ¿qué opinión le merece esta distinción? ¿Debería continuar? ¿Cómo?
“Claro. Todo lo que sea premiar la excelencia en ciencia es necesario. Aunque no guste a algunos investigadores. De hecho, se deberían incluso tomar otras medidas que tampoco suelen ser del agrado de la comunidad científica. Por ejemplo, el priorizar áreas de manera muy convencida. Estados Unidos se puede plantear intentar ser los mejores en todo. España no y debe potenciar áreas estratégicas. Y comunicarlo abiertamente. Esto los gobiernos no se han atrevido a hacerlo (o quizás no han tenido capacidad). Lo otro es ser más ‘mission oriented’ y no tan ‘curious driven’. A los científicos les gusta lo segundo, pero lo que funciona a nivel de impacto social y económico es lo segundo (y hay datos de sobra demostrándolo). Obvio que hace falta una combinación de ambas, pero la cultura científica española -al menos la académica- está desbalanceada hacia esa noción más romántica que práctica de la ciencia. Está bien explorar (y a mi particularmente me encanta) pero también se deben marcar grandes objetivos específicos. Esto quizás no aplica en el plano de la educación o de la divulgación, pero sí debe hacerse en estrategia de política científica: definir objetivos, prioridades, y generar incentivos para que la comunidad científica más competitiva se dirija hacia ellos”.
Coordinación de entrevistas: Verónica Martín