Los instrumentos científicos y la imagen del mundo.

El caso del termómetro en Galileo y R. Fludd

Inmaculada Perdomo Reyes

Universidad de La Laguna

España

 

El relato historiográfico acerca de la invención del termómetro en los últimos años del siglo XVI y comienzos del XVII tiene como objetivo ilustrar la plasmación de un ideal que situamos a la base de nuestra ciencia moderna, el ideal de la precisión como requisito imprescindible para lograr el control y el conocimiento de los procesos naturales. La consecución de tal empresa requirió de la imaginación creadora de instrumentos científicos como el del termómetro. En manos de los galileanos el proceso de medición de la temperatura supuso prácticamente la inauguración de una concepción lineal o escalar del comportamiento de la propiedad a medir, en contra de lo supuesto por la tradición aristotélica en la que las cualidades o propiedades de las cosas existen siempre como pares de contrarios que aunque varíen en intensidad no son cuantificables ya que cualidad y cantidad no son combinables, posición a la que se suman también las concepciones herméticas y alquimistas, y que queda perfectamente ilustrada en el caso del termómetro de R. Fludd. Para éste, los usos vulgares del termómetro son secundarios ya que lo importante era que creía haber encontrado una prueba experimental de su teoría cósmica, al tiempo que un arma retórica perfecta para convencer a los demás de tales verdades.

En manos de Galileo los instrumentos científicos se convirtieron en la pieza metodológica básica para mostrar, estudiar, repetir y medir experiencias: "los notables efectos naturales", y para combatir, en gran medida, las afirmaciones ‘infundadas’ de los esquemas herméticos. Aunque la nueva relación empírica que pretende establecerse como adecuada o verdadera a través de la aplicación o con ayuda de un instrumento científico, no puede pensarse como una simple e ingenua relación objetiva. Lo ‘observado’ a través del termómetro es interpretado como un efecto del comportamiento inobservable de los átomos: los ‘átomos de fuego’ en los que los galileanos creen, pero de los que no hay ninguna evidencia. La resolución del problema del calor, su medición, su naturaleza, y los efectos que provocaba, supuso, como en el caso de la caída de los graves, la transformación de un difícil problema de física especulativa en una cuestión mecánica y la adopción, a diferencia de los esquemas cognoscitivos tradicionales, de una actitud antidogmática caracterizada por la aceptación sólo de aquellos principios que procedieran de la experiencia, una experiencia que, sin embargo, debía ser construida, ‘atrapada’, con la ayuda de los instrumentos científicos, puesto que estos difíciles fenómenos naturales escapan al control de nuestros débiles sentidos y en gran medida también a la posibilidad de aprehenderlos por medio de la razón. Mostramos a través del ejemplo del termómetro cómo el arte experimental racional y no alguna visión comprensiva y completa de las verdaderas esencias naturales, fue el arte que condujo, de la mano de Galileo y su escuela, a la única ciencia posible de la naturaleza.

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